Los truculentos acontecimientos que, de modo algo casual y algo fatal, arrastran a los tres guardianes del faro en la película sobre su misterio ("Keepers, etc.") dan para una reflexión sobre las consecuencias criminales que puede llegar a tener la codicia.
Y el agravamiento con que esa pasión condena a los afectados a pagar una espeluznante factura de arrepentimientos y remordimientos de conciencia.
El film, coherente en su sobriedad y en sus tintes certeramente tenebrosos, va tirando de nuestro anzuelo con firmeza, "suspense" y calculadas escenas de violencia, engarzadas con mérito en el desarrollo del relato, suministrando sabias dosis de tensión y alarma, paso a paso, hasta una posibilidad final que no sosiega (y ahí está el truco) el ánimo del espectador.
Probablemente apenas quedarán hoy día faros con personal en ejercicio, con toda la automatización ya disponible y la tecnología vigente; pero me da que se necesitaban un temple considerable y un carácter muy especial para desempeñar, a lo clásico, las faenas de ese oficio, los rigores que de seguro llevaba incorporados.
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