Aunque progres, antiyanquis y otras análogas criaturas descontentas suelen abominar de las películas de Walt Disney, tachándolas de autocomplacencia, y sentimental y ñoño antropomorfismo (por cierto: ¿las radicales ya tienen un repuesto para esta palabra, de raíz tendenciosamente machista y adscrita al más detestable patriarcado?), la presente versión de "Dumbo" que anda por las carteleras es un espectáculo fantástico y deslumbrante y cabe imaginarse cuánto sorprenderán y admirarán esas imágenes al público infantil estragado por la "estética" manga y los atroces videojuegos de violencia guerrera, etc.
Desde luego, para gustos los colores, y habrá quien prefiera algo angustioso de Schoenberg en vez de la luminosa alegría del quinteto de Boccherini que interpretaba La Ritirata (Universo Barroco, TV2) esta mañana. Pero allá cada uno.
En Dumbo, por otra parte, asoman De Vito, clásico y eficaz en sus resortes "de la casa", un algo soso y rígido Colin; y la pérfida belleza irremediable de la Green (que casi no nos convence en su papel de reciclada trapecista buena gente) impresionante de suyo.
La música, el grandioso parque temático y el raudo planear del cachorro de elefante, logradísimos.
Ahora el circo no es lo que era -- nunca lo fue -- y los nuevos tiempos, el film lo reivindica al final, quieren que exista sin animales salvajes en cautividad. Puede que deba ser así; incluso que, por ende, el circo no será.
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