La noticia, como tantas, la trae la "tele". Y aquello sí que son recortes, no los que aquí llevó a cabo Rajoy después que el "zetapé" nos lo dejase todo más hecho unos zorros de lo corriente.
Pero recortes a partir de la casi nada que ya quedaba cuando, va para veinte años, el Comodoro y yo anduvimos de casta visita por el Malecón, las murallas, el mágico y nostálgico y artístico deterioro del Prado de los lujuriosos capiteles, los pabellones mínimos del Vedado, el rito insoslayable del Floridita y de la Bodeguita, los vidrios de colores intensos en el medio punto de los balcones, la sensualidad algo trasnochada de las odaliscas inverosímiles del Tropicana y la hermosura decadente y rancia del Centro Gallego, del Centro Asturiano, todo aquello tan de allí.
Qué parche, años y años perdidos, generaciones de millones de embaucados por la mítica andanada de los barbudos, bajados de Sierra Maestra para instalar en la isla las "bondades" de la Revolución, patria o muerte, que iba a cambiar radicalmente lo que era el resort de los yanquis al lenocinio, por otro estado de cosas.
O sea, la escasez y la penuria generosamente sembradas y repartidas por la ideología triunfante y aplastante, las jineteras de saldo y la ruina...
Y ahora vienen más "ajustes", al decir de la "tele". Enhorabuena.
Raro será el milagro que, en hipótesis, podría revertir, es más, reflotar aquel desfondado Titanic.
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