De entre las varias cualidades que subrayan al compositor e intérprete Neil Diamond como relevante figura de la escena, de la música popular, siempre me cautivó de manera especial el timbre de su voz, rico en expresión, con matices viriles en ocasiones alegres y vitalistas, en otras, teñidos de una sabia y seductora intimidad o de una nostalgia del mejor romanticismo. Dan prueba indiscutible de ello algunas de las mejores baladas del siglo XX.
Ahora, sitiado por las acechanzas del tiempo implacable, parece que se ve en el trance de abandonar las giras en público, aunque todavía seguirá dándonos ejemplo de su talento con actividades que no las requieran.
Claro es que en el firmamento aparecen de continuo nuevas luces, demasiadas incluso; pero habrá que resignarse a ir perdiendo las que mejor brillaron durante unos años que, por una fortuna que no es sólo añoranza de veteranos, fueron acaso superiores a los presentes. Y habrá que procurar que se mantenga el recuerdo, y que no se pierdan por completo el incienso, el oro y la mirra de toda una época.
A Pionono le parece muy acertada esa loa al artista. Dos fueron los grandes Nelios que recuerda: Uno, Nelio Joven (CSN&Y) del que de continuo se habla, y el otro precisamente este Nelio Diamante al que el Hipocampo se refiere y muy a menudo despreciado...¡Bien traído!
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