Abrumado por y sumergido en nutridísima, acreditada y
condecorada concurrencia de personas incluso humanas que andan escribiendo, se
me incluye en la antología múltiple titulada “La primera vez… que no perdí el
alma, encontré el sexo”.
Agradezco a los gestores del proyecto, hecho ya realidad,
que, por amable sugerencia de Héctor Acebo, me hayan tenido en el aprecio
necesario para convocarme y dejarme figurar en el interesante volumen citado.
Ocasionalmente, reproduciré aquí algunas de las líneas de
esa participación, señalando la natural complacencia de ver en letra impresa
los laboriosos, o atolondrados, tapices que tejen la mente y el corazón en
determinados instantes de nuestras azarosas y quizá prescindibles existencias.
Por ejemplo:
La
alumna
¿Habéis visto el plumaje de los cuervos? De ese mismo
color y con más brillo: así era su pelo.
La estructura y la altura, en su ser, a lo justo, con
sutil, insólita proporción de firmezas torneadas y de elegantes, elásticas
morbideces.
Los ojos, dos puñales sonrientes.
Y, como otra cualidad, ya puestos a soñar, vivía cerca
del Conservatorio.
Raro, Fernando, que más de medio siglo después, su
recuerdo todavía se pasee por los finos, asombrosos pasajes de la memoria.
Y sin ser ésta nuestro fuerte.
Para mí es un honor compartir antología contigo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarY gracias por la mención.
ResponderEliminar