miércoles, 11 de marzo de 2015

Sobre una singular edición



Abrumado por y sumergido en nutridísima, acreditada y condecorada concurrencia de personas incluso humanas que andan escribiendo, se me incluye en la antología múltiple titulada “La primera vez… que no perdí el alma, encontré el sexo”.
Agradezco a los gestores del proyecto, hecho ya realidad, que, por amable sugerencia de Héctor Acebo, me hayan tenido en el aprecio necesario para convocarme y dejarme figurar en el interesante volumen citado.
Ocasionalmente, reproduciré aquí algunas de las líneas de esa participación, señalando la natural complacencia de ver en letra impresa los laboriosos, o atolondrados, tapices que tejen la mente y el corazón en determinados instantes de nuestras azarosas y quizá prescindibles existencias. Por ejemplo:

La alumna

¿Habéis visto el plumaje de los cuervos? De ese mismo color y con más brillo: así era su pelo.
La estructura y la altura, en su ser, a lo justo, con sutil, insólita proporción de firmezas torneadas y de elegantes, elásticas morbideces.
Los ojos, dos puñales sonrientes.
Y, como otra cualidad, ya puestos a soñar, vivía cerca del Conservatorio.
Raro, Fernando, que más de medio siglo después, su recuerdo todavía se pasee por los finos, asombrosos pasajes de la memoria.
Y sin ser ésta nuestro fuerte. 

2 comentarios: