Tanto
y tanto me gustas – le escribió – que
me expondría a que fueses la enésima némesis que volverá a partirme el corazón.
Que
me arriesgaría a repetir los errores, el sufrimiento, los dolientes insomnios,
todo gravísimo, a esta edad.
Que
estaría dispuesto a volverme un verdadero adicto a “todos los elixires de tu
cuerpo”.
Por
eso me da miedo, y ansia, a partes iguales. Y aun así… cuando tú lo decidas,
estaré a tu merced.
¿Te
das cuenta?
(Me pidió, como amigo, mi opinión. Me he quedado dudando
si aplaudir o recomendar de nuevo eso de “Sosiéguese Vuesa Merced”.)
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