Digan lo que digan los nuevos partidos políticos, aquí no
hay todavía cambio que merezca tal nombre.
La gente ha vuelto a dar la mayoría a “La PSOE”; y la
“segunda” mayoría al PP. Sin vergüenza.
Que no habrá que tener mucha para apoyar de nuevo a esos
dos equipos inundados de corrupción y cinismo.
Las elecciones andaluzas han vuelto a ser la
escenificación de los favores que hay que devolver. El poder enquistado y
correoso de los socialistas destina mucho dinero, influencias, subvenciones,
prebendas, recomendaciones, subsidios, enchufes, etc., de manera que el día de
la urna no hay más remedio que retratarse.
Y, Virgencita, que
me quede como estoy, es preferible asegurar la continuidad del pesebre,
incluso de la migaja, antes que plantear cambio alguno.
Esto hubo ayer. Hoy, los “agraciados” presumen de
triunfadores, sin ruborizarse ante la mediocridad, la venalidad y la ordinariez
(creciente en manoteos y exagerado “acento” gritón/andaluz de taberna) que han
exhibido, de las que han alardeado, como de una barata denominación de origen,
Susana y los demás.
Para aquellos a quienes nos duele la sostenida y turbia
postración de Andalucía, hoy no caben las felicitaciones.
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