y con pocas ganas, recibí en los telediarios los
obsesivos y machacones resúmenes, análisis, puntos de vista, etc. respecto al
asunto de las elecciones al Parlamento europeo.
Fuera de los holgadísimos sueldos, dietas y pingües
prebendas que de seguro pillarán los designados, la retórica cansina y
gastadísima de los políticos me va sonando, cada día más, estéril, falsa y
previsible, vacía y decepcionante.
Era de esperar la fragmentación creciente del voto; la
deriva radical de los descontentos, los agitadores y los que siempre la arman.
Los gestores de un ahora que se mide en demasiados
lustros ya demostraron su ineficacia y sus chapuzas, sus derroches y mangoneos.
Pero los aspirantes no parecen mejores: ni los educados y/o modosos ni los
mesiánicos y mal encarados que se quitarán la piel de cordero a la mínima
ocasión. Y ninguno disimula, al arrimar el ascua a su sardina.
Una murga infinita.
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