domingo, 23 de marzo de 2014

La fuerza de la gravedad



Que la vida, el tiempo implacable e imparable traen usos y mudanzas dellos, cualquiera lo ve. Sucede así hasta con las palabras y las frases que otrora usábamos, porque las entendíamos, todos y aun así van derivando, declinando en tal desuso que terminan por carecer de sentido en los oídos de los alevines más “light”.
Decir yo ahora que Lady Taladro es una mujer de “brocas tomar” es evocación y juego de palabras que algunos, muchos, no podrán o sabrán asumir. Pero tampoco eso debe ser importante, en esta convicción creciente de provisionalidad, contingencia e insignificancia que, más que otras, probables, acaso nos acotan y definen.
Pues bien, es Lady Taladro persona singular que, al lado del carácter imperioso y dispositivo, atesora vetas de ternura y sentimiento que se dirían incompatibles. Asombrosamente, no.
Esa facultad, esas facultades sitúan a las personas que rozan o frecuentan su órbita en extraordinarias ocasiones de desconcierto, hilaridad, zozobra, insomnio, confusión, estimulante floración de olvidadas energías, disponibilidad para raptos suicidas de romanticismo y un sinfín de acontecimientos cuyas prolijidad y abundancia nos aconsejan siempre un cuidadoso momento de reflexivo descanso.
Se necesitarían eones para describir con minuciosa y detallada propiedad la fuerza poco agotable, el ancho caudal, el fenómeno casi telúrico que la existencia y la actividad de Lady Taladro suponen, implican, hacen surgir o producen para el mundo, esta cosa un poco esférica y giratoria en la que se comenta que nos mantiene posados la fuerza de la gravedad.  

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