Caracas soporta otra de sus tradicionales épocas
convulsas.
El actual jefe Maduro (vociferante y bravucón como buen
heredero del sátrapa y ex-golpista Hugo que fundó ese delirante esperpento
“bolivariano”) no está resolviendo los problemas (¿y qué esperabais?), así que
el patio se va calentando con extraordinaria velocidad y bronca gigantesca y
sangre por las calles.
Venezuela, rica de suyo, viene siendo llamativamente
arruinada por sus sucesivos gobernantes, continuidad lamentable cuyos platos
rotos, cuándo no, pagan los ciudadanos una y otra vez, una y otra década.
Es previsible que tal deriva se prolongue y, por fácil
que sea la retórica trillada, por sonoras que resulten las arengas provocadoras
y matonas, culpar con pueril rabieta a USA no será la solución, ni siquiera con
un “chándal” de colorines.
En 2008 visité Caracas por temas profesionales. Recuerdo con nostalgia:
ResponderEliminarla maravillosa (me quedo corto) voluptuosidad femenina
el incesante olor a petroleo mal quemado
el infernal tráfico (por llamarlo algo)
la inquietante sensacion de inseguridad, comandada por manadas de motos asesinas
el acojone de la gente, vitoreando a Chavez en publico y poniendolo a parir en privado (si llegabas a un grado de confianza elevado)
Y como no, la mágica selva que rodea a toda la ciudad, y que deleité en un viaje de funicular.
Me engancha, esto de Latinoamérica