Se me podrá decir que no es novedad. Quizá es un poco de
cansancio mío.
Pero el creciente salvajismo y la extraordinaria barbarie
que observamos es de todo menos lo propio de un siglo XXI ya.
Se suponía que en un mundo de tantos avances tecnológicos
y de tan supuesta y vanagloriosa “civilización” no tendrían cabida las escenas
que la “tele” nos endilga como parte de la esponja cotidiana.
Tremendos los energúmenos antisistema, palabra demasiado
elusiva para tales cafres. Similares, los futbolistas (si no todos, desde
luego, demasiados de ellos), agrediéndose con brutal desparpajo y ningún
disimulo, durante lo que poco el asunto va teniendo de juego.
Guerras variadas. Y que no se terminan.
1.000 anécdotas. Una de las recientes: una joven,
estrangulada ¡por sus padres! por no recabar su consentimiento para casarse, la
“tele” dixit. Etc.
Contemplad el patio. A este paso, no será tan penoso despedirse
de él.
(Cuando toque, que el caso es que prisa tampoco hay.)
Y a ver si mañana estamos más animosos.
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