A los diez años del 11M se remueven de nuevo los
análisis, las polémicas, las burdas excusas y las seudoexplicaciones de tanto
como se hizo mal y no ha quedado resuelto a fuerza de irregularidades, espesas
sombras y confusos vericuetos por los que anduvo todo el correspondiente
proceso.
Los clásicos bandos se sacuden las acusaciones y ponen de
relieve, una vez más, cuán bajas miras, cuántos intereses impresentables están
detrás de sus gastadas y vulgares retóricas.
Sólo que…
la infame utilización de todo aquello, ¿a quién
benefició?¿Quién se llevó, contra todo pronóstico, aquel gato al agua? Y ¿con
cuáles ruinosas consecuencias en la economía, la política, el rumbo global de
España durante los lamentables años siguientes?
Soportamos a diario un diluvio de mentiras. Y de las
interesadas, que son las peores.
Pero la factura la estamos pagando todavía. Y es
carísima.
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