del 1 de mayo, pintoresca costumbre, fue el día de los
trabajadores. Lo dijeron por la tele:
6.000.000 de desplazamientos para aquel puente. Como había 6.200.000 parados,
la cosa no quedó tan desequilibrada.
La crisis.
Y los derechos. La broma pesadísima, durante muchos años,
fue ir añadiendo, amontonando derechos, esa golosina que a cualquiera le gusta.
Lo que no dijeron o lo dijeron de medio lado, o lo dijeron con el optimismo
irracional y sólo voluntarista y quizá fingido de que “todo va a ir siempre
bien”, no jodas, lo que quedó en el aire fue la financiación de todos esos
derechos. Más claro: la puesta en práctica de todos esos derechos, ¿con qué
dinero se iba a pagar? ¿De dónde iba a salir, y sin interrupción, tantísima
pasta?
Vale que hay brutal y crudelísima orgía fiscal,
vertiginosos despilfarros, trinconeos a espuertas. Y que la impresentable
cobardía o los intereses creados de Rajoy (como de sus antecesores) no le dejan
meter en vereda el desmadre, y eso con una mayoría absoluta.
Pero, incluso con las cosas resueltas, para una serie
interminable, infinita, de derechos, para tanta halagüeña complacencia
prometida, ¿caería suficiente pasta del cielo?
¡Venga ya!.
De lo que, al menos, no podrá acusarse a don Mariano es
de gobernar, “o no”, con la mira puesta en conservar los votos. Sostiene que
las medidas adoptadas, harto impopulares, son necesarias, y debe ser verdad; lo
que falta es lo otro, lo que a la casta (políticos, sindicatos, enchufados) no
le conviene. Aguirre y Rosa, desde el sentido común, ya le van dando la carga.
Por esas fechas, Caballero Bonald ganó el Cervantes, y su
discurso en Alcalá de Henares tuvo enjundia, sabiduría y emoción. Sin ser de
mis favoritos, su talla es indiscutible y gana todavía más relieve en estos
tiempos en que la lozana mejicana, por ejemplo, dijo en acto público que “El
Quijote” es de Quevedo. Genoveva, que seas guapetona no puede hacerte perdonar
un dislate así. Déjale eso al singular Maduro, dedicado a continuar la
malversación de Venezuela mientras vomita antiespañolismo, esa rabia típica,
ese resentimiento de los inferiores, de la gentuza, Chimo.
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