Es tan vertiginosa y agotadora la sucesión de escándalos
públicos/políticos/económicos que nos viene inundando los últimos meses, que no
dan ganas ni de enumerarlos. Uno de los gordos puede con facilidad reventar al
PP. y terminar de sabotear las medidas y ajustes, mejores o peores, que lleva
poniendo en marcha como parte del dolorosísimo aunque inevitable frenazo al
descontrol acumulado.
Casi nadie quiere hablar ya de la “herencia”: nos
cansamos pronto. Pero había demasiadas averías por arreglar y era claro que no
se podría con la rapidez que quisiéramos. También hay que señalar sin paliativos
que cosas flagrantes todavía no se corrigieron, y esa demora culpable no tiene pase.
Si el PP. se va al traste, con el PSOE hecho unos zorros,
y los demás partidos débiles cuando no tocados también de porquería e
incoherencias... ¿qué nos queda? ¿Una crisis que nos haga soñar en la solución
que cualquier salvapatrias populista nos ofrecerá a no mucho tardar? ¿Un
partido radical, un golpe de estado militar, cura de burro, tensa y regresiva
perspectiva que se empeñan/nos empeñamos en descartar como si el salvajismo y
la barbarie hubieran desaparecido de nuestras conductas?
Mientras, esto se hunde, y el camino se alarga
peligrosamente, a pesar de la boba actitud de los optimistas, los
bienpensantes, toda la manada estéril de los “light”. Socorro.
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