De
entre las canalladas que se perpetran, es singularmente escandalosa la dinámica
instaurada (con pretensiones de que la asumamos como algo inapelable a lo que
hay que resignarse) que engorda salvajemente, con estilo de mafia y crimen, a
los Estados/gobiernos de turno, a costa de sangrar sin límite al contribuyente,
al personal que expresamente proporciona siempre el andamio necesario sobre el
que la desvergonzadísima proliferación de los parásitos construye sus
instancias extorsionadoras.
Con
inservibles hipocresías aspiran a engañarnos. El asunto, la gravísima
desconsideración y el abuso al que se nos somete son inocultables y ningún
cuento chino nos vale como explicación.
Rebájese
la burocracia, el gasto derrochador y clientelar que compra apoyos electorales,
la intención corruptora que quiere arruinarnos para luego hacernos subsidiarios
dependientes de las puercas migajas miserables que procuran extender el
silencio y la humillante precariedad.
Las
“paguitas”, las “ayuditas” no son otra cosa que un modo rácano y pringoso,
arbitrario y discriminador de sobornar a quienes (a este paso, la mayoría) son
empujados al naufragio y a diversos grados de pobreza.
España,
Europa ¿tienen que ser esta trampa, esta mierda?
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