martes, 13 de septiembre de 2022

Desde la terraza que por broma apodamos Titanic

 

Oro y salmón, los cielos de esta tarde

proponen un incendio simulado

con estrías rizadas

de nubes que, de un lado y otro lado,

fingen las turbulentas barricadas

de una revolución: una charada

en la que todos los colores arden.

 

En vez de músico y epigramático,

pude nacer pintor y ahora estaría

empeñado con máxima porfía

en mezclar con crisoles sistemáticos

ingredientes secretos que me dieran

el mágico esplendor de esta quimera.

 

Con una desazón obsesionada

de alquimista severo y avezado

acaso perdería la cordura

en la persecución de esa estructura

de tonos innombrables,

de tramas y de trazos y texturas

que reflejaran si posible fuera

estos oro y salmón, la borrachera

de esta sed de belleza inconsolable.

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