Con
un mejor dominio; esta tarde se va sintiendo así.
Indaga
ante sí mismo un argumento, incluso frívolo, que pudiera colaborar en el origen
de esa sensación.
Sólo
el calor del verano que ya pasa (los inquilinos de ambos lados ya desocuparon
las casas y menos tráfico y menos transeúntes son señales poderosas,
indiscutibles.) Sólo la alta temperatura lo empuja a vestir de camiseta. Vale
que tiene amplia colección; y muchas de ellas, de modelos únicos con motivos
seleccionados a capricho. Pero es mucho más de la manga larga, la chaqueta,
propios de entretiempo, y todavía mejor, la ropa del invierno declarado, con
algo de frío que puede matizar de manera creativa.
Con
más de impaciencia que de verdadera propiedad, ha avanzado algo en ese sentido,
que la tarde se presta, nublada, esperando por fin que lloverá, banderas
amarillas en las torretas de los vigilantes, y ese paseo marítimo que le trae
el recuerdo, sin que mucho venga a cuento, del viaje a La Habana que ahora no
harían ya, el Comodoro y él, un poquillo impedidos de edad y ciertos
achaques. Pero con la definición que entonces acuñaron, “claros, de ojos altos”, camina erguido, barajando pensares y
sentires, con cadencia y braceo desde luego más moderados que el Tercio de
Regulares en los desfiles, pero con no muy distinta velocidad.
Porque
el Arena Café cierra los lunes, que él no lo sabía, se queda sin la bayonesa de
la que anda estos días antojado.
Conque
regresa y es verdad que, disolviéndose este verano, sabe que irá recuperando la
cota de silencio, la familiar y algo reconfortante (sí, hay paradojas)
desolación de esta playa, libre de jaleo, con el agua y el viento, esos
sonidos, esos rumores, tan buenos para soñar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario