Anoche, Motos y Torroja, encantados de haberse conocido, presentaban en la "tele" la canción, que suponemos estrella, del nuevo trabajo discográfico de la popular y ya veterana intérprete.
Y sumergidos en o catapultados por la correspondiente euforia, surge el comentario de que esta joya del pop (de la que se nos hace llegar un fragmento enfundado en las imágenes de turno) debe su autoría a nada menos que ¡7 compositores! Acaso esta palabra resulte excesiva e inapropiada, un eufemismo de extraordinarias proporciones. Pero prosigamos.
Cuesta imaginar los delicados compromisos, los equilibrios incomparables, el tesón, la generosidad, el casi político consenso que las mentes preclaras de ese septeto habrán tenido que esforzarse en conseguir para alumbrar la obra en cuestión que calculamos de duración promedio y cuyo desarrollo no nos arriesgamos a predecir porque la prudencia así lo aconseja.
Y claro que no descartamos que tan brillante ejercicio de labor colegiada, de cooperativismo digno del más entusiasta sindicato andaluz del campo, reciba los laureles y parabienes del público más selecto, entregado y aventurero.
Porque, para los esotéricos, el número 7 se diría que existe camuflado en profundas simas de simbología, envuelto en las nebulosas inquietantes de la cábala y el misterio.
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