El trémolo valiente de tu risa
me atrajo de inmediato, el primer día,
quedando en mi memoria tu camisa
de entreabierta promesa y picardía.
Y aquella brisa de vulgaridad
castiza que aromaba tus hechuras
iba a soliviantar mi cortedad
y a traspasar mi indecisa armadura.
De cuando en cuando,
porque nos encontrábamos a veces,
se encabritó con creces
aquel enamorado contrabando.
Tu débil compromiso
con aquel matrimonio que tenías
y yo, solo en mi piso,
desde mi inveterada soltería,
nos tentamos al borde del abismo,
olvidados de toda lealtad:
un fuego lento de hondos erotismos,
incienso y mirra de complicidad.
Unas muestras de deslizado amor
te regaló mi afán de trovador.
Tú me diste tus labios y tus besos.
Y...
quedóse todo en eso.
Ay. Viejo lobo de mar; te recuerdo en primavera del 94 y Agua Pasada. Tu ultima aventura compartida con A y G. Afortunadamente no te han robado el mes de Abril. Salud y recuerdos desde Aluche
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