Hoy tenemos un levante valiente, que contrasta con los chubascos de apenas pocos días atrás. Tiempo loco, puede que no nos acordemos y que sea así cada primavera.
En cualquier caso, mientras están acercándose las procesiones de la Feria Santa, se llenaron de margaritas los arriates, a cambio del hibisco perdido y del ficus cuyas hojas caídas retiro una y otra vez, muchas este año...
Blancas, azules (a saber si son moradas, con este desoriente del daltonismo). Aguantarán el viento de hoy y lo que venga. "No os va a quedar otro remedio", les he dicho. "Hay que hacerse a lo que venga, irse rindiendo, aceptar. Miradme a mí, en esta añoranza que me evoca vuestro nombre, porque las que fueron de mi predilección, tocayas vuestras (tequila, cointreau, limón y sal), hoy se han desvanecido, como estatuas soberbias que Némesis derribara, y son sólo nostalgias aptas para los campos de soledad que mi tocayo Caro cantaba a Fabio".
¡Ah, Rodrigato de Obispalia! ¡Cuanta razón os reconoce Pionono! Pronto será que la Itálica Famosa que fuimos, inexorablemente mudará en campos de soledad, mustio collado. Un abrazo.
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