Cuando
la curiosidad no es científica sino morbosa; cuando no es respetuosa sino
cotilla; cuando denota caprichos de millonario con antojos; cuando roza una
casi necrofilia tardía que se recrea en famoso y trágico naufragio…
…
igual sucede que el “minisubmarino” de lujo y diseño se pierde durante el paseo
y la excursión se malogra “en las profundidades”.
A
esta gente de tanto fuste, intrepidez y audacias imaginativas, ¿qué se le había
perdido entre la herrumbre melancólica y algo poética, legendaria ya, del
Titanic? ¿O sólo es gente desocupada con posibles?
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