Con un vestido o falda de estampados
- cortina años 50, de cretona -
das a la prensa tu comunicado
de inverosímil y doble matrona.
Entre melindres, tenues aspavientos
y añejos gestos teatralizados
nos glosas otra vez los elementos
que componen tu excéntrico guisado.
Y tan barrocos son, tan peregrinos
que la absorta o burlona concurrencia
sospecha que entre tanto remolino
es menester tener mucha paciencia.
De bruja o de payasa,
no es seguro que estés en tus cabales,
mientras nos das la brasa
con registros pseudogramaticales.
Tremendo si la edad
nos va desmoronando la estructura
y a cambio no nos da
un aprobado, al menos, en cordura.
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