Tu gira por los estudios de televisión,
tus entrevistas por radio.
Nada
sorprende el empacho con que continúas mintiendo como un incansable bellaco. Lo
más típico de tu proceder, de tu recorrido político.
¿“Rectificar”? ¿“Errores”? Hay que echarle morro para pretender
blanquear con esas tibias y resbalosas palabras, pintorescas de eufemismo, el
sostenido empecinamiento en las canalladas que has llevado a cabo con -por lo
que se ve- el único objetivo de ir a lo tuyo.
Quizá
llegas tarde con tales renuncios, con esos “arrepentimientos” de ficción y
boquita compungida que enseguida desmienten tus presuntuosos farolazos de autocomplacencia
y las medallitas que tú mismo te pones. Quizá queden imbéciles proclives a
dejarse engañar otra vez; o pringados y disimulones que se benefician del timo.
Que
te sobra morro, no cabe duda. Veremos si, siendo lo que eres, la ignorancia, la
cobardía y la mala condición te renuevan los apoyos.
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