Con melindrosos gestos y comentarios alarmados, los intervinientes en una tertulia de esa empresa cultural que es Tele5, se han referido, hace poco, al auge llamativo de un sector de población neofranquista, resurgimiento que incluye un inesperado porcentaje de jóvenes.
-- ¿Y jóvenAs?
-- También.
Y como ejemplo ilustrativo, preguntaba una reportera itinerante (intrépida corresponsal de calle) a una moza, quien manifestó estar en dicho porcentaje, al entender las explicaciones que sobre el asunto le había transmitido su abuelo.
Versión por versión, ¿se puede sostener que es preferible, más fiable, la de la sesgadísima y sectaria ley de la sedicente "memoria histórica" que urdió alguien tan, tan como el circunpresiflexodente Zapatero?
¿El abuelo, próximo, conocido, tangible y experimentado por su edad o el remoto figurín errático y tarambana, planetario de cósmicos/cómicos encuentros en la decimotercera fase?
Luego, a los que ahora plantean que no cabe disimular por más tiempo el turbio y ruinoso negocio centrífugo, fundamento y resultado de las autononuestras, se les tilda de añejos, como poco. Pero igual son "las verdades del barquero" entre numerosas mentiras interesadas, tan extendidas como eficaces para echarnos a perder.
-- En fin, no está el clima para brazo en alto.
-- ¿Mano extendida o puño cerrado?
-- Ni la una ni el otro.
-- ¿Y para las tetas al aire?
-- ¿Con este frío y tantos aguaceros? Yo diría que tampoco. Pero vaya Ud. a saber.
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