Las señales que vengo recibiendo
de la evidente y dura realidad.
La amarga destrucción de tu hermosura
en la casual reseña el otro día,
allá por Almería,
que a nuestra desazón se transmitía
desde ese Canal Sur Televisión...
De golpe, los recuerdos,
las sesiones del Cine San Vicente,
el clavecín de Mario Nascimbene,
y Adriano cantando,
anticipando toda la nostalgia
de aquel frustrado anhelo,
de la impotencia aciaga y de los celos,
la burla y el rechazo
y el inútil consuelo
de la doliente escena en la piscina.
Y antes,
tu toalla/turbante, tu albornoz
bajando la escalera al son de "Aida"
(la celeste de Verdi)
rebosando de vida:
tu seducción directa que llegaba
a despertar del todo al corazón.
Para oponerte a la Bardot, la industria
(de siempre inerte, estúpida y trivial)
te bautizó C.C.
¿Quién te vio de verdad?
¿Tu trabajo, tus hechos desmintieron
toda aquella banal frivolidad?
Las décadas pasaron,
resplandecientes fuegos de una falla.
¿Y es posible que ahora, todavía,
vencidos por el Tiempo,
sigamos recordando y padeciendo
lo que fuimos y fuiste, tu toalla?
Pionono se pone melancólico. ¡Aquella chica con la maleta!
ResponderEliminar(Y además Aida...¡Quien fuera Radamés!)