Van transcurriendo los días en los que la selecta rueda de los "scorpios" cumple -- en diferentes cantidades -- los años. Una vuelta más: y ya veremos cuántas nos van quedando.
En la pequeña reunión francesa, la conversación sobre ese tema zodiacal surgía casualmente, una vez más. Aunque la fiebre alta, la moda superlativa, se impuso seguramente en los años sesenta, entre fulgores de esoterismos, humos azules de la fantasía, hippies, guirnaldas de flores, sicodelia y toda aquella ecléctica selva de medusas y aguamarinas.
Contemporáneos que vivimos esa ola algo fascinados, ahora podemos relatarla como una lejana e ilusionante curiosidad que, por cierto, no ha decaído por completo, por más que buena parte de sus promesas e implicaciones iban a resolverse en la casi nada.
Al margen de los análisis y las descripciones de las respectivas características y compatibilidades entre signos que los sedicentes "especialistas" dictan desde sus tribunas aproximadamente académicas o retórico-rituales, la astrología fue en tiempos el don o el adorno exótico que revestía a personas de variada pelambre.
Y todavía ha dado para un lapsus que quizá evoquemos en ocasiones. Porque, con cierta soltura, ¿es imposible que esas señales se llamen para siempre Los Signos del... Zoológico?
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