La elegante dulzura de la lengua francesa, que a lo largo de los diálogos se manifiesta en "Aliados", es una delicia para el oído, más bien hartos como andamos del inglés a toda hora.
El film es interesante, de excelente acabado y guiños a un gusto personal que a menudo tira por esa ambientación art-déco que se recrea en Casablanca, en el Citroën 11 ligero, en las brillantes lámparas de vidrio de época, y en la satinada seducción de la Cotillard, chica lista como ella sola, y de quien no falta malpensado que afirme su influencia o su involuntaria causa en el desenlace de esos dos guapos que en el mundo han sido y son Angelina y Brad, quien no deja de mirar a la sugerente coprotagonista con especial embeleso en todos los planos de la película.
Atentos a los detalles y a la preciosa y sosegada versión del himno alemán que suena de fondo en la escena de la recepción previa al atentado, con prolijo tiroteo incluido.
(Irene me reprocha que ocasionalmente "destripo" las "pelis"; hoy mantengo a salvo el argumento.)
Y "Marea negra", que es agotadoramente el retrato de una catástrofe. Alucinante la forma (¿cómo lo hacen? que dirían en Discovery Max) de trasladarnos unas imágenes que -- cine al fin -- son obligadamente ficticias.
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