-- Lo que no entiendo es ese lado atávico y salvaje que en ocasiones te asoma y se manifiesta como una de tus contradicciones más relevantes .
-- No vas a creerme, pero a mí también me trastorna. Y más que, con la edad, tendría que haber ido remitiendo gradualmente y se ve que no; o no lo suficiente.
-- ¿Y no te ha dicho nadie alguna vez que deberías buscar "ayuda profesional"?
-- Eso es un eufemismo de los más idiotas, para sugerir que vaya a visitar a un psiquiatra, Y fíjate, mi única aproximación a uno de esos "magos" fue hace dos veranos. Y cuando, después de la segunda y larga entrevista, que parecía poco menos que un socarrón e irónico ajedrez, se me hizo saber su pretensión de cobrar los honorarios en metálico (y no por tarjeta de crédito ni otro de los procedimientos que dejan huella) acabé de sentir la cautelosa incredulidad que siempre me produjo ese club de poetas muertos, esa suerte de logia traída por los cabellos.
(La naturaleza del Hipocampo, puede que consista en una urdimbre indecisa de versos libres, delatores de una perdonable afición por la extrañas filigranas, y de vocabularios que hogaño no son de uso frecuente; y puede que sus neuronas anden algo debilitadas como consecuencia de ceremoniosas hipérboles, pero sospecha que eso no lo arregla tal suerte de demiurgos.)
Completamente de acuerdo. Quienes deciden quées normal o qué un tratorno? Y ellos, están cuerdos?
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