Una morena y una rubia. Igual, medio parientes.
De ese norte vascongado que tantos quebraderos de cabeza ha dado también en otros asuntos.
Y lo curioso era que ambas, cada una de ellas, inspiraron durante algún tiempo el carácter apasionado, los sueños, los deseos, de aquellos dos mozos: una, a cada uno de ellos.
Que los cuatro pertenecieran al gremio, podría o no ser casualidad; o causalidad. La música acerca objetivos y contemplaciones.
De esa flor de la edad hasta ahora, con las señales del tiempo (de ese tiempo implacable que por supuesto no respeta ni a los dictadores) en sus rostros, en sus cuerpos, disuadiendo, desencantando...
¿Cómo fueron posibles aquellas indecisiones, la dispersión derrochadora, el momento ido?
¿Aquel desdén inadvertido, el propósito que ellos no supieron declarar con firmeza, con el que no llegaron a insistir?
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