Para ti son los versos que ayer
escribí: la secuela de un sueño.
(Detenidos al amanecer,
como si no tuviesen un dueño.)
Como siempre, sellé en el secreto
cualquier suerte de dedicatoria.
Carezco de amuleto
para alcanzar tu gloria,
y el temor de enfrentar tu desdén
-- alejado de ti, de tu edén --
paraliza mis iniciativas
si te siento aislada y esquiva.
Por eso no te digo
la galana y profunda delicia
que, si vuelves a serme propicia,
ha de hacer revivir a Rodrigo.
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