Al decir de los noticieros de estos días, hace cincuenta y dos años que la principal guerrilla en Colombia comenzó sus actividades. Más o menos en la época en que llegué a aquella tierra, en la que viviría desde 1964 a 1969.
Confieso que entonces no reparaba yo gran cosa al respecto, absorto con la música y otras cuestiones de mi propia juventud que podría recordar ahora.
Y hogaño, con muy otra edad, he seguido atentamente el intento de pacificación que iba a poner punto final a aquella cadena de violencias.
Con solemnidad y simbólicas camisas blancas, se ha firmado un acuerdo que no ha llegado a aprobarse en el referendum de turno. Quizá porque las víctimas de los crímenes que de ese horror se derivaron a lo largo de las cinco décadas, habrían de quedar en una especie de limbo sin justicia, de una política de hechos consumados, de un borrón y cuenta nueva, que no sólo a los directamente afectados sino a toda la sociedad colombiana deberían dejar insatisfechos.
La necesidad de la paz y el agotamiento y la desesperanza imponen sus urgencias finales. Pero ojo con el precio.
Yo voté por el No je je.
ResponderEliminarUn saludo Rodrigo desde Cali - Colombia. Soy un fan de vos y de The Speakers.