En ciertos sectores de la afición deportiva, se dirime ahora la probabilidad de que exista un caso de plagio entre el himno de un equipo de fútbol mejicano y otro que tal, quizá previo, del Sevilla C.F.
Añadiendo un "tercio a espadas", parece que éste último coincide a su vez, y mucho -- por decir lo menos -- con una cancioncilla de no sé qué intérprete ligero.
Conviene señalar las no infinitas limitaciones que las 7 notas musicales imponen a los compositores y también a los enanos. Conflicto que hay que intentar paliar con la medida, el ritmo, etc. como factores de diversificación. También algunos recursos de la insistencia en las letras de esas "piezas" pueden ayudar a la diferencia o bien acentuar su parecido dolosamente.
Hay, así pues, plagios conscientes y otros que pueden no serlo, y no sólo en la música. Aunque la excesiva vulgaridad, la ramplonería y el rutinario adocenamiento jamás contribuirán a la disminución de ese mal. Ni la insolencia arrogante e ignorante de los indocumentados y de los intrusos.
Luego el Tiempo y la desmemoria lo desvanecen todo, ¿verdad, Ana Rosa?
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