Ya te
decía yo que no iba a ser mariquita sólo porque durante muchos años venía a hacer
sus compras sin compañera al lado.
Un
solitario, podría ser, pero ¿sarasa?... ¡anda ya!
Y
mira: ahí lo estás viendo, con esa tía que desde luego es más joven que él,
vaya si lo es, y pizpireta y bien proporcionada; resplandeciente él, ahora, de
sonrisa y barba plateada que hasta me recuerda un poquito a Sean Connery. Y tan
feliz que ni siquiera ha comprobado el importe del ticket que le diste al
pagar.
Con
lo seriote que está siempre; que, hija, no se atreve una casi a decirle ni
buenos días, y fíjate, ahora se van mirándose en los ojos, enlazados por la
cintura, repartidas las bolsas con el cava y la paletilla ibérica y las otras
cosas... pero, ¡si se están besando y todo, en el aparcamiento, mientras se van
yendo hacia el coche azul!
Que
no, que ya te decía yo que maricón no era ese señor.
(2005)
No hay comentarios:
Publicar un comentario