Andamos ahora con el de Antonio Vega,
cuya evocación se renueva más que la de Hilario Camacho, más de mi preferencia.
Éste, como una y otra vez escribió e
interpretó sus canciones mejor que muchos y fue cuajando estilo y coherencia (a
pesar de los cantos de sirena, de la presión de las tentaciones), la mayoría de
cafres que componen el grueso del presunto “respetable” y la mayoría de
impotentes e ignorantes que forman el núcleo de la crítica “especializada” (no
te digo) hicieron bastante caso omiso de él o le pagaron con cierta incomprensión,
desdén y desconocimiento.
La muerte de Hilario Camacho fue también
un merecidísimo bofetón en la cara sucia de esta sociedad entorpecida de
televisión basura, corrupciones y horteradas, mediocridad y frenesí por coger
el dinero y salir corriendo, política de saldo y tercera división, cultura
ausente y quejosa, cine grotesco, etc.
A salvo por fin de tanta porquería, nuestro
artista maldito se estará riendo de toda esa innumerable gentuza, y de aquellos
memoriosos del último momento que le organizaron el postrero homenaje con más
esnobismo y ruin vanidad que amistad y sentimiento.
Pocas fechas después de aquello, puede
que alguien se acuerde, el masivo lanzamiento de un nuevo disco de Maná
conseguía de los medios de difusión un escandaloso trato de superacontecimiento
musical tan preferente como desproporcionado a la muy discutible y supuesta
calidad del grupo mejicano.
“Adios, Hilario”, le escribí a solas. “Y,
ya que estarás por ahí arriba, pregunta por qué Dios le da pañuelo al que no
tiene mocos.”
Hola Rodrigo: He descubierto hoy este lugar en el que escribes. Te sigo hace años, lo mismo que seguí a Hilario Camacho. A cada uno os descubrí de diferente manera (pero esa es otra historia). Totalmente de acuerdo con lo que dices. Ya lo decía Hilario: "Volar es para pájaros". Un abrazo desde Zaragoza. Víctor Casas
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