es la orgía esa mediante la cual, por ejemplo, dos o tres
compañías eléctricas, comportándose en la práctica como un monopolio salvaje y
descarado aunque hipócrita, nos subirán ya (otra vez, y van…) el precio de la
luz y pasarán a cuchillo a las organizaciones para la defensa del indefenso
consumidor, a los consumidores en sí mismos y al lucero del alba, con el
consentimiento impávido del ministro del ramo, de apellido Soria. Los que
vengan después, así se llamen Segovia, Ávila, Valladolid o Palencia,
previsiblemente tampoco funcionarán (funcionarios) como debieran, con eficacia
y diligencia en la atención a los ciudadanos quienes, no se olvide, pagamos
entre todos su sueldo y todo lo demás (inversiones, gastos, malgastos, derroches)
que se ventila en nuestro Estado del medioestar.
Ese infame truco del libre mercado tiene ribetes
sainetescos: en la calle de atrás de mi calle, como otros veranos, abre un
local pequeño, con ese estilo un poco arrebatacapas de la “tienda del olvido”,
propia de castizos, y no tanto, barrios, a pesar de la sentimental bisutería de
tal nombre.
He entrado un par de veces. Hoy salí de allí sin comprar,
con la taquicardia de ver a 0´80 “leuros” la lata de la chispa de la vida que
anda en 0´56 por doquier (y ya es criminal abuso).
Quizá el libre mercado sea un mamoneo contra el que nada
podemos nosotros, los que constituimos el frágil plancton, el infinito aunque
menudo pienso de los grandes y olímpicos depredadores, ballenas y así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario