Pues Vuesas Mercedes se van a “jartá”.
Puede que yo haya manifestado con anterioridad mi
aversión al verano, mi odio enconadísimo al calor. No se trata de mera
incomodidad, no: es una enemistad personal que me coloca enseguida en un estado
de ánimo que podríamos llamar cabreo colérico.
De muy joven, me hice devoto del aire acondicionado,
aunque entonces pocas oportunidades había de disponer de él por estos pagos.
Mas, cuando fue hacedero, fiché pronto por una marca japonesa, que ha tenido la
virtud de cumplir con su lema, ya clásico, de el silencio.
La eficacia de los artificios de refrigeración es
considerable y generan en mí un reconocimiento agradecido hacia los verosímiles
sabios e investigadores minuciosos que idearon y vienen perfeccionando todos
esos inventos.
A sensu contrario, personas hay que proclaman su
desconfianza hacia ellos, con no se entiende bien cuáles reservas casi
supersticiosas y seudoecologistas, leyendas urbanas medio caprichosas y
diversas zarandajas tirando a pusilánimes.
Yo recuerdo un dicho al que suele dar curso la Dama de
los Rizos, quien de vez en cuando, o a menudo, puede “ponerse en el modo” desgarrado-flamenco
y que reza:
“Ahí
se les ponga tó en el culo”.
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