Pocas jornadas atrás, esa especie de sempiterna y torpe
becaria se encrespó de modo sobrante contra el apuesto andaluz y lo retó con
descomedimiento a un pulso que ella iba a perder con todas las garantías.
Que la cegara la ignorancia del asunto que se trataba
(que no será la única y última que la adorne); que una rencorosa beligerancia
de quizá clase, sexo, ideología la pusiera a embestir de tal manera; que ande
naturalmente influida por las “enseñanzas” biliosas de su maestro…
Cualquier cosa puede ser. Pero cuando el fracaso le
estalló anoche en la cara, junto a las inexcusables disculpas, intentó en vano
planchar el patinazo con comentarios bufos y con una pedante incursión en la
etimología que, por supuesto, no sólo no pudieron salvarla de un descrédito
estrepitoso, sino que aumentaron su miseria.
Y todavía, emplazada por Osborne a elegir entre tres
destinatarios para el abono del dinero perdido en la estúpida apuesta, reculó
como el diablo ante la Cruz, que no debían ser de su agrado ni Cáritas, ni las
víctimas de la Guardia Civil, ni las del terrorismo.
Un fiel retrato de esta lamentable y bochornosa Beatriz.
"El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras". ¡Ay, Beatriz, esclava ademas devtus prejuicios y de tu ignorancia!
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