La vulgaridad machista con la que has interpelado a tu
consorte, procurando que pasara por “gracieta” la castiza palabra “cojones”, le
habría costado la crucifixión a tu maridito si la ocurrencia hubiera sido de
él.
Pero la conducta de Femen y del resto de las petardas del
feminismo asilvestrado y combativo ya las define a diario, anécdota tras
anécdota, y no dirán ni “mu”; o aplaudirán a tope, con sus típicos rugidos.
Cabe suponer que de repente te subieron unos calores
pasionales de la piel de toro. Igual en casa tú llevas los pantalones, eso
carece de importancia.
Pero la sutilísima brisa de humor y la elasticidad en la
contestación que, con guasona gentileza, te concedió tu “macho” son el arma con
la que nunca devolverán Gibraltar esos ventajistas “modosos”, esos tahúres que
son los hijos de la Gran Bretaña.
Entérate, simplona.
Deberías ser columnista mi querido Rodrigo.
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