viernes, 21 de julio de 2023

Al centenario Don Enrique

 

lo traté poco. Pero lo suficiente para alcanzar a entenderle -y comprenderle- el carácter, además de las múltiples referencias directas que de él he recibido.

A su alrededor, cualquiera ha sentido el asombro de su sostenida vitalidad, sus singulares iniciativas de inventor de artilugios y un espíritu que seguramente lo marcó como insaciable curioso de las posibilidades que su habilidad natural, su destreza y el crisol casi alquimista y mitológico de su sótano/taller le facilitaron.

Patriarca familiar, vida larga. Lúcida y fructífera (creo poder afirmar), que hoy llega a su término.

El hueco que deja en su gente sobrepasa la media, seguro. Como que también se dará una vuelta por los aires de Madrid, de la calle Juan Bravo para, a su manera, seguir supervisándolo todo.

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