De
estos años (cuyo catálogo de burradas es evidente, incluso para los más
relapsos ciegos intencionados), todavía parece que se escarmienta poco.
Muy
caro ha salido, por donde se mire, el gobiernito contrahecho. La hipoteca
perversa de pergeñarlo remendando retales*, con partidos de notoria intención
chantajista y desintegradora, quizá deberá hacer pensar, reconocer que el
experimento ha sido mucho peor que el llamado bipartidismo precedente, sin ser
éste perfecto ni de lejos, y del que se vuelve a hablar.
Tampoco
resiste el camelo de que España es de izquierdas. Los votos de los electores lo
demuestran y forzoso es tenerlo en cuenta, porque encima la gente se lo ha
tomado en serio, a pesar de la fecha maldita, del trastorno del veraneo, del
calor extenuante y de tantos motivos para la decepción y para andar escaldada.
Tenemos una población variada, de ningún modo entregada ni convencida con el
empeño de una “progresía” que de eso sólo tiene el nombre, y aun éste, usurpado
a fuerza de matracas.
Conque
el palizón, ¿qué ha resuelto?
*La ley electoral, tan melindrosa, es
ideal para estos desvaríos.
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