Tiene que ser algo innato
que tanto coraje y arte
en figura tan menuda
sólo sean una parte
que notamos de inmediato.
¿Novillero? ¿Dieciséis
años? Es lo que veis.
Ese zagal cordobés,
derramando esa elegancia
como sin darle importancia…
Manuel Román en el ruedo
danza un ballet donde el miedo
no parece que existiera
cuando borda la quimera
de esos lances bien medidos,
cuando se sonríe apenas
y templa y manda en la arena
bemoles y sostenidos.
Esa mente, ¿es de un chaval
que juega a hacer chicuelinas?
¿Es de un loco en la colina
o de un hombre hecho y derecho
y un corazón de león
que no le cabe en el pecho?
¡Olé!
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