para
el supuesto ahorro “solidario” de energía son tan prolijas, pintorescas y
farragosas como de muy difícil cumplimiento y, como casi todo lo que se decide hoy,
repletas de excepciones, particularidades y agujeros de colador; y bastantes de
ellas, irrelevantes cuando no ridículas. Fuera de que, para ponerlas en marcha,
contaremos, como de costumbre, con pocos inspectores y estrictos sólo a medias.
Pero
el rebaño se deja hipnotizar con relativa facilidad y más ahora que anda distraído
con el veraneo. Y con la trivialidad de la corbata sí, corbata no.
Adminículo
de tradición en el atuendo masculino, siempre ha tenido en contra la tendencia
general del rojerío a la iconoclastia irreverente y a la intención de señalarse
como “descamisaos”, a ser posible comunistas, anarquistas y similares. Que ya
los “sans-culottes” pueden servir de precedente por no remontarse más atrás.
Es
gente muy de llamarle democráticos a detalles así, jugando a confundir y
confundirse. Arturo Fernández, chatines, se ve que sabía que la cosa no iba del
calor del verano (todos los años de todos los siglos lo hay) sino del respeto,
el decoro, el criterio de oportunidad y también el señorío que es condición que
se tiene o se aprende. O se rechaza.
Conque
nada sorprende, en manos de quien está el pandero, que estas cuestiones
acaparen la atención que de otras, gravísimas, se desvía.
Por
cierto, ¿para cuándo el ejemplo ahorrador en ministerios inútiles (casi todos),
viajecitos en Falcon y el resto de la chulería costosísima que adorna a los
fantasmas de turno?
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