Prepotentes y atildados
señoritos
(ni tan siquiera de cuna:
son meros aficionados
y monos de imitación
-objetos falsificados-),
desde los altos despachos
por doquier acristalados
y a tope climatizados
en modernos rascacielos,
quieren tomarnos el pelo
decidiendo normativas
conflictivas,
de burocracia opresiva,
marcianas disposiciones
para anegar a la gente
corriente
en fieras tramitaciones
de acatamiento exigente.
Que otra cosa no aprendieron
en las escuelas teóricas
y las retóricas aulas
a las que sólo asistieron.
Desde su “sabiduría”
dan “lecciones” para el campo,
la pesca, los ganaderos,
los transportes, el comercio
y la industria y los horarios
y lo que pueda quedarme
de tan extenso calvario
olvidado en el tintero.
Como estorbo, ya les vale.
Para personas de a pie,
no son más que un mar de males.
No hay comentarios:
Publicar un comentario