¿Cuándo
te has visto en otra?
¡Recibida
en audiencia
del
Pontífice Sumo
en
las magnas estancias vaticanas!
Amansada
y modosa
tu
aspereza de potra,
fingiste
una apariencia
vendedora
de humo
que,
colando tu prosa
y
enteléquica ciencia
por
la Iglesia Católica y Romana,
revistiera
de púrpura tu talla,
de
escapularios y santas medallas.
¿Los
engañados?: son menos de cuatro,
por
“lifting” semejante
y
una tan mala pieza de teatro.
Con
más de bonachón que de atorrante,
a
este abuelo que tiene mucho aguante,
al
Vicario de Cristo,
no
lo timan tus cuentos de farsante
por más que en otra igual no te hayas
visto.
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