Si
fuéramos una barca, estaríamos encallados.
Y
si un hámster, encerrados en la trampa circular, giratoria e incesante,
extenuándonos con el clásico movimiento, tan obsesivo como estéril.
Ud.
pone la tele por la mañana y todo sigue igual: igual de mal.
Los
mierdas de los “dirigentes” que no resuelven una mierda.
La
inundación de asuntos falsos, contradictorios, confundidores.
Y
el guirigay de “expertos”, verdaderos o fingidos, y de cantamañanas y sabelotodos.
Para
el casi acezante espectador de novedades, la única, hoy, es que la inflación del
5’6% ha subido a 6’7%.
Así
vamos, salmodia o letanía de palabras agotadoras: contagios, incidencia,
atención primaria desbordada, restricciones, protocolos, responsabilidad
personal (que no queda otra, si queda); y la gentuza al mando, cobrando intocable
sus sueldos, que ellos mismos revisan y retocan al alza con obscena impunidad y
vistoso cinismo, mientras continúan demostrando que no valen “pa” esto.
Metidos
en su gresca de gremio infame, de esa “casta” que tan quejoso tenía al lagarto
que, con otros, acaba de ser condecorado (menudo circo) con la medallita de Carlos
III. Todo un ejemplar de republicano comunista.
¡Qué
fin de año tan bonito!
Que por lo menos lo pasemos tranquilos y en buena compañía, Pionono dixit. ¡Feliz Año Nuevo!
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