En
las recientes jornadas, un nuevo personaje se incorpora a nuestra particular
panoplia, causando no poco asombro y regocijadas perplejidades.
Se
trata de la Gordita de los Pupitres, realidad no del todo ectoplasmática que ha
evidenciado facultades crecientes en el pergeño de trincheras y otras
variedades barrocas de la instalación corporal y las derivadas colaterales del
caos.
El
Hipocampo, cuyo ecléctico sentido de la moderación y el orden experimenta la
consecuente fascinación por lo singular del hecho, se sostiene entre dos aguas
con movimientos escasamente voluptuosos, y contempla el nuevo cerco que matiza
su vida y su discurso.
A
ello debe añadir el propósito renovado que atañe a la salud y el jacarandoso
sobrepeso acumulado por ociosos sedentarismos y secuelas de los confinamientos
y otras gaitas: haciendo suyo, con la debida cautela, el aforismo que propone
que “una manzana al día mantiene lejos al doctor” (en medicina: esta precisión
no consta en el enunciado original y es de cosecha propia), ha incurrido un par
de veces, a prueba, en el consumo de esa fruta que, no sólo por el antecedente
bíblico, siempre situó al margen de su dieta histórica, salvo procesada en
formato de sidra asturiana.
Como
todas las cosas sobre la Tierra, también las reseñadas en este “blog” andan
sujetas a mudanza y sólo Dios, el Omnisciente, posee su verdad.
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