Se da un aire de palanquín
la extendida sombrilla elegante
y tiene reminiscencias
de un Orient-Express diletante.
Si debajo oscilara ausente
la autoridad de un mandarín,
resultaría tan decadente
como un poeta con “spleen”.
Deudor de nimios favores
y devoto de Monalisa;
melindroso con los amores:
una Lady Di indecisa.
-¿Es
que acaso Vuesa Merced
reincide
en los versos “cojos”,
con
sonsonete y retintín
y
llenos de frívolo antojo?
-No
sé qué te diga, lector,
sino
que hoy viene la tarde
divagadora
y desconcertada
como
un asteroide que arde
entre
mares de color verde…
-¿Esmeralda,
limón, botella?
Ese
daltonismo, ¿qué verde ve?
-Siempre
ve el mismo: veronés.
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