Frente
al mar, en la mesa ovalada
que
ampara con su gracia afortunada
la
blanca lona de nuestra sombrilla,
me
deslumbran el agua y las cuchillas
de
las crestas de espuma que en la estela
de
un balandro son como una acuarela.
Doblado
azul con las gafas de sol
en
la atlántica tarde y en el cielo.
La
mirada, inundada de luz;
la
brisa retozando con el pelo.
--¡Qué vida llevas! Sueños, musarañas…
--70 décadas contemplativas…
--¿Quisieras más?
--No sé, con perspectiva,
pudiera ser.
--¿Es casi una morfina
ese “dolce far niente”?
--No sé decirte; pero hay un encanto
calmoso y elegante en la rutina…
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