Pocos van a creerme esta mañana
(y, la verdad, no importa demasiado),
escribiendo con calma de prelado
estas palabras junto a mi ventana.
Diciembre avanza, en silencio el salón
sólo consiente un reloj rumoroso
con el compás de un tic-tac cadencioso
que apenas me distrae la atención:
es un ritmo modesto y regular
que, de lejos, envuelve,
siempre presente, el sonido del mar.
-- Ayer, después de Cádiz...
... mas ¿para qué contaros?
-- ¿En serio que a tu edad...?
-- No toda la afición se desvanece
y mi dama merece
que, si lo estima a bien, el corazón
vuelva a latir con amoroso agrado
y un cierto contrapunto y desenfado
de sístoles, diástoles y besos...
-- ¿Por rincones traviesos?
-- ... mirto, laurel y acanto
y primores de encanto
de patricia romana,
deslizados de forma cortesana.
Muy bonito
ResponderEliminarAyyy primo, me encanta como escribes!
ResponderEliminar